Oro y Suiza: lo que se esconde en el refugio dorado de los alpes
En una de mis escapadas de fin de semana, me encontré, por sorporesa con un edificio que pasaba desapercibido. No tenía ni rótulos ni nada que indicara el valor que se movía de puertas para adentro.
Parecía cualquier cosa menos lo que en realidad era. Lo tuve que buscar en el maps: una de las refinerías de oro más importantes del mundo.
Metalor Technologies, fundada en 1852, refina cientos de toneladas de oro al año, como si fuera algo habitual que pudieras ver en cualquier otra parte del mundo.
Fue ahí, cuando empecé a hilar más fino. Resulta que esa zona tiene una fuerte industria del sector del lujo, relojes y complementos.
Eso quiere decir que una parte de su producción acaba en otras plantas de la zona de manera directa, aunque la gran mayoría se exporta como comento más adelante.
Grandes marcas se encuentra allí. Quizás te suenen Perregaux, Certina, Tissot, TAG Heuer, Omega o Rolex.
Pues sí, se encuentran todas en menos de 30km.
Suiza huele a oro
Vivimos en un momento de incertidumbre.
Las bolsas tiemblan, los bonos se desploman, los titulares hablan de guerras, deudas y tensiones.
En medio del caos, el oro —el refugio eterno— vuelve a brillar.
Y ahí está Suiza. Silenciosa y neutral.
No solo como símbolo de estabilidad… sino literalmente como el corazón físico del oro global.
Para ponerlo claro: Suiza exportó en 2023 más de 109 mil millones de dólares en oro.
Es decir, más de una cuarta parte de todas sus exportaciones.
Más que la industria farmacéutica, ojo al dato.
Más que cualquier otro sector. Y eso que aquí tenemos a gigantes como Roche y Novartis.
De hecho, cerca del 70% del oro que se refina en el mundo pasa por aquí.
Se importa en forma bruta, a veces como joyería reciclada o lingotes de baja pureza, se refina con precisión suiza, y se vuelve a exportar.
Oro casi perfecto.
Oro “Made in Switzerland”. Y eso del made in, aunque suene a marketing, vende y mucho.
Los templos del oro
En esa escapada viaje por la Suiza bilingüe, descubrí nombres que, hasta ahora, me eran totalmente desconocidos.
Mirando más en detalle sobre el tema refinerías, encontré que no solo estaba esa planta en Neuchatel, sino que había 4 plantas más dentro del país:
Valcambi, en Balerna, es la refinería de metales preciosos más grande del mundo. Procesa más de 2.000 toneladas al año. Su dueña: una empresa india.
PAMP, en Castel San Pietro, es otro gigante. Tiene una obsesión admirable con la sostenibilidad: electricidad 100% renovable y un techo lleno de paneles solares. Detalles que solo ves en Suiza.
Argor-Heraeus, ubicada en Mendrisio, es una de las refinerías más prestigiosas del mundo. Refina entre 350 y 400 toneladas de oro al año y forma parte del exclusivo panel de “Good Delivery” de la LBMA, que asegura estándares de calidad altísimos. En otras palabras, si el oro lleva su sello, es porque es oro de verdad.
Cendres + Métaux, con sede en Biel/Bienne, combina tradición y alta tecnología. Aunque más pequeña en escala que otras gigantes suizas, esta empresa tiene una especialización única: provee metales preciosos para la industria médica, dental y de alta relojería. Es un ejemplo perfecto del enfoque suizo hacia la precisión y la calidad en nichos muy específicos.
No perdieron el tiempo los suizos, no. Montaron una especie de red secreta de templos donde transforman el oro durante la decada de los 50 y 60, cuando el resto del mundo estaba metido en guerras. Y es que los helvéticos se dedicaron a hacer túneles en montañas y refinerías.
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