Hacía tiempo que no escribía con un enfoque un poco más “corporativo” si me permitís.
Como la gran mayoría de hijo de vecino, seguramente te tengas que levantar relativamente pronto para ganarte el pan trabajando para ti o para otro.
Por lo que, si trabajas o estás en activo en algo en concreto quizás sea un buen momento para hablar de la ambición, y como la utilizamos, tanto en el trabajo como en nuestros objetivos de inversión.
La ambición tiene un precio
Si no te suena de nada, es posible que ya estés abrazando a la ambición silenciosa y ni lo sabías.
Ambition drives success, but it comes at a cost
Vamos, lo que viene siendo que puedes conseguir grandes éxitos, pero tiene un coste. Y amigo, ese coste, a veces puede ser demasiado alto.
Es ahí donde hay que tener en mente la balanza entre cuanta responsabilidad, tareas y, en definitiva, carga llevas encima y la recompensa que te deja.
Y es que, la búsqueda de la tranquilidad financiera persigue justo la paz de un domingo sin emails del jefe. Y no la de tener un trabajo en una big4 en un rascacielos de Madrid.
Eligiendo no subir
Creo que lo que mejor define a la ambición silenciosa es la decisión consciente de no perseguir el éxito tradicional a costa de la vida personal.
Se habla de falta de talento, pero en realidad, lo que está pasando es que no hay ya tanta hambre por “crecer” en las empresas.
Igual la escalera del desarrollo profesional no lleva a ningún sitio en concreto, o solo a ponerte mas hashtags en tu perfil de LinkedIn. No lo sé.
He estado ahí. He subido algunos peldaños de esa escalera y, con cada paso, veía más mediocridad con cargo. Y me di cuenta de que no era ahí donde quería estar. Por eso, decidí empezar a hacer cosas por mi cuenta. Montar ideas de negocio, escribir sobre lo que me gusta, generar comunidad alrededor de ello…
Tu portfolio necesita menos impulso y más intención
Nos han educado para hacer más, subir más, ganar más. Pero parar a revisar si lo que estamos haciendo tiene sentido… eso ya suena a revolucionario. Y si hablamos de cómo afecta esto a las decisiones económicas, ya ni te cuento.
Somos animales y, por lo tanto, nos movemos por impulsos y gestionamos las emociones, de media, bastante regular.
Querer hacer crecer tu portfolio y en definitiva, tu patrimonio, es positivo y lógico. Pero tienes que sentar unas bases sólidas para poder construirla primero. Necesitas estrategia y disciplina a la hora de elegir los activos que formarán esa cartera que se convertirá en tu aliada con el tiempo.
No se trata solo de perseguir rentabilidad, sino de entender qué estás comprando, por qué lo estás haciendo y cómo encaja eso en tu vida. Porque si no sabes hacia dónde vas, cualquier activo te parecerá una buena idea… hasta que deje de serlo.
Wrap-Up: ¿Qué queremos realmente?
Quizás no todos queramos liderar equipos, ser CEOs o gestionar grandes operaciones. Quizás lo que de verdad queremos es tener suficiente. Y vivir bien. Disfrutar de nuestro tiempo, de nuestras pasiones, de nuestros hijos y de los domingos tranquilos.
Quizás hemos confundido éxito con agotamiento.
Y ahora, lentamente, empezamos a despertar. A bajar el volumen. A quedarnos con lo esencial.
Ambición, sí. Pero silenciosa. Sostenible y con una estrategia.
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Te veo dentro!
"He subido algunos peldaños de esa escalera y, con cada paso, veía más mediocridad con cargo. Y me di cuenta de que no era ahí donde quería estar." Podría haber escrito yo esta frase. Grandísima reflexión. Somos muchos los que pensamos así.
Me chiflan tus post Jota. Expresas perfectamente, y sin demasiada retórica, ideas de gran complejidad de base. En mi caso, y a este respecto, aún recuerdo la frase de una familiar muy cercana que me dijo que no entendía porqué no tenía más ambición, que tenía inteligencia y facultades y no lo concebía. Mi respuesta fue: Caro, no quiero nadar entre tiburones...y aquí andamos😄. Gracias Jota!.